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Consejos para enfrentar las peleas entre hermanos

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Como les contábamos anteriormente, los hermanos pelean por distintos motivos. Hoy compartiremos algunos consejos para evitar y enfrentar estos conflictos, especialmente cuando se vuelven muy frecuentes o agresivos.

1- Establece límites: Conversa con tus hijos respecto a que es posible tener diferencias pero que esas diferencias no pueden llevarlos a dañarse o agredirse de ninguna forma.

2- Establece consecuencias: Si tus hijos sobrepasan los límites previamente establecidos y se agreden, pon sanciones adecuadas a la falta. Asegúrate de que podrás supervisar el cumplimiento de esto (por ejemplo, no ver televisión, no comprar algún juguete, entre otras consecuencias)

3- Interviene en la pelea si tus hijos se agreden: Sobre todo si se están golpeando.

4- No tomes partido: Escucha los argumentos y explicación de cada uno. Pídeles que junto con esto propongan una solución que les parezca justa. Aquí debes actuar de mediador.

5- Enséñales a negociar y llegar a acuerdos: Siempre, en toda instancia.

6- Genera instancias para compartir en familia en donde los hermanos hagan equipo y trabajen de manera colaborativa: Pueden ser juegos en familia, paseos u otras instancias en que tengan que formar equipo y proponer cosas juntos.

 

Recuerda que las peleas entre hermanos son una gran oportunidad de aprendizaje y crecimiento y dependerá en gran medida de los adultos el que este vínculo sea positivo.

¿Por qué se pelean los hermanos?

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Todos sabemos que las peleas entre hermanos son algo muy común. Incluso si se llevan muy bien, los hermanos pelearán al menos una vez cada tanto. Lo importante es que estas peleas no influyan negativamente en su vínculo y son los adultos quienes deben resguardar esto. Pero ¿por qué pelean los hermanos?  Lo primero es decir que esta es una relación no elegida, con la que se aprende a vivir y que dejará huellas para toda la vida. Por eso, puede ser especialmente compleja en algunos momentos. Entre los motivos que se observan en las peleas de hermanos están:

– Celos o sensación de injusticia: los niños sienten que los padres tienen un trato injusto o desigual entre los hermanos, favoreciendo casi siempre al otro más que a él. Esta sensación de favoritismo puede ser a partir de hechos reales o imaginados por los niños.

– Imitación de los adultos: la forma en que los hermanos se relacionan también es un reflejo de cómo los adultos en la familia, especialmente los padres, se relacionan. Si ellos observan que las peleas, gritos y/o golpes son una forma de enfrentar los problemas, harán lo mismo con su hermano.

– Comparaciones: muchas veces los adultos comparan a los niños, lo que es tremendamente negativo. Esto los lleva a competir entre sí y a frustrarse con facilidad. Esta comparación puede ser consciente o no de parte de los padres, por lo que es muy importante recordar constantemente que cada niño es diferente y comparable solo con él mismo, no con otros.

– Dar a todos los hermanos lo mismo: esto sucede porque los padres sienten que están actuando de manera justa y tratando a los hijos como iguales, pero la verdad es que los niños son diferentes, por lo que lo realmente justo es dar a cada niño lo que necesita, respetando esas diferencias.

– Entrenamiento para la vida: las peleas con los hermanos entrenan y preparan a los niños para establecer relaciones con otras personas fuera del grupo familiar. En estos conflictos se desarrollan habilidades de socialización y posicionamiento frente a otros, adquiriendo herramientas como la empatía, el autocontrol y la resolución de conflictos.

 

Las peleas entre hermanos son una gran oportunidad de aprendizaje y crecimiento y dependerá en gran medida de los adultos el que este vínculo sea positivo. En nuestra próxima publicación les daremos algunos consejos para enfrentar las peleas entre hermanos que pueden ser mucho más frecuentes en tiempos de encierro y cuarentena. 

Consejos para recibir al hermanito menor

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Querida comunidad!! Tal como les anunciamos en la publicación anterior, hoy les daremos algunos consejos para enfrentar los cambios que sufren los niños frente a la llegada de un nuevo hermanito. Estos son:

1- Integrar al niño en los preparativos para la llegada del nuevo bebé. Por ejemplo, podemos pedirle que elija ropita o un juguete para su hermanito. Una vez que el hermanito nazca se le puede pedir ayuda en tareas simples, como ayudar en el momento de mudar.

2- Hacer lo posible para mantener las rutinas habituales del niño. Esto es importante en actividades como los tiempos para dormir y comer, pero también en actividades que impliquen tiempo junto a mamá o papá. Por ejemplo, si antes leían un cuento todos los días el no hacerlo ahora llevará al niño a culpar al bebé de la situación.

3- Hacer alguna actividad “exclusiva” con el niño, turnándose con otro adulto el cuidado del bebé. Esto debiese ser al menos dos veces a la semana. Es importante también que sean actividades simples, que puedan cumplirse para no desilusionar al niño (como salir a caminar, ver una película juntos, etc.)

4- Evitar poner el foco en las actitudes negativas y reforzar las positivas. Esto le hará comprender al niño que puede “conseguir” la atención de los papás actuando positivamente.

5- No idealizar el hecho de tener un hermanito con frases como “vas a tener con quien jugar” o “lo vas a ayudar a hacer muchas cosas” porque esto crea falsas expectativas en el niño, que va a querer hacer eso en cuanto el bebé llegue a casa. Sí se le puede explicar de manera simple cómo se comporta un bebé y lo que implica cuidarlo, animándolo a participar de esa etapa.

6- Lo último, pero muy, muy importante, nunca comparar a los niños, ni “sobre cargar” al niño más grande con responsabilidades, diciendo frases como “tú eres el hermano mayor, por eso…”, ya que esto lo puede llevar a rechazar ese rol en la familia. Finalmente recuerda que ambos son niños, sólo que en distintas etapas de desarrollo.

Esperamos que estos consejos les sirvan!!

Niños y Pantallas

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Mucho se ha discutido respecto a la exposición de los niños pequeños frente a las pantallas, especialmente frente a la televisión. Hoy, dada la contingencia, tenemos disponible un canal nacional infantil. Pero, ¿cuáles son los efectos de ver televisión en los niños? Lo primero, es decir que no es favorable la exposición prolongada de niños menores de tres años a las pantallas. En esta etapa los niños requieren otro tipo de estímulos, que potencien todos los sentidos (vista, gusto, olfato, etc). Por otra parte, podríamos discutir si deben o no ver televisión a partir de los tres años, pero sería una discusión muy larga. Lo concreto es que la gran mayoría de los niños lo hace y aquí se deben tomar precauciones como seleccionar lo que ven, pues hay programas (aunque sean “infantiles”) que exacerban de manera implícita la violencia, la sexualidad y la discriminación. También es importante no asociar otras actividades a las pantallas como comer mientras se ve un programa o aprender a usar la pelela o bañito mirando un celular (si, pasa). En esos casos se dan señales equivocadas al cerebro y se condiciona al niño a realizar estas actividades sólo frente al estímulo audiovisual. Finalmente, disfruta un programa de televisión junto a los niños, aprenderás qué les gusta, qué piensan y qué conclusiones sacan de lo que ven. ¡Así podrás orientarlos mucho mejor!

La llegada de un nuevo hermanito

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Hoy hablaremos sobre los cambios en la conducta de los niños frente a la llegada de un hermanito. Lo primero es decir que al llegar un nuevo miembro a la familia todos los integrantes experimentan un cambio, por lo que es muy normal vivir un período de ajuste a la nueva realidad. En el caso de los niños, especialmente los que hasta ese momento han sido hijos únicos, estos cambios pueden implicar un verdadero desafío para los padres y otros adultos cercanos, principalmente al ser muy evidentes y más bien negativos. Algunas de las conductas que podemos observar son:
– Conducta regresiva: Por ejemplo, los niños comienzan a hablar como si fueran más pequeños o pedir el chupete, cuando ya lo habían dejado.
– Pedir ayuda en tareas que realizaban de manera autónoma: Si saben comer solos, comienzan a pedir que les den de comer porque no saben, por ejemplo, o si van a la cama solos, ahora piden que los vayan a acostar.
– Rechazo a alguno de los padres: Sólo quieren que la mamá los ayude o, por el contrario, sólo quieren que el papá lo haga.
– Mostrarse más sensibles o irritables: El enojo o el llanto están mucho más presentes.
– Intención de “molestar” al hermano pequeño: Por ejemplo, tratando de despertarlo o quitándole el chupete.
Es importante señalar que estas conductas son la forma en que los niños buscan llamar o recuperar la atención de los padres y se presentan frente a la tensión emocional que están viviendo y la falta de habilidades para comunicarla y sobre llevarla. Esto es normal, sobre todo en niños pequeños, por lo que es fundamental la ayuda que reciban de los adultos. Por ahora les podemos decir que esta será una tarea mucho más fácil si el trabajo comienza desde el período de espera, durante el embarazo de la mamá, incorporando poco a poco la idea de un nuevo integrante a la familia. También que estas conductas disminuyen con el tiempo, siempre que los padres identifiquen la situación y actúen prontamente para superarla. En nuestra próxima publicación les daremos algunos tips y datos que les ayuden a enfrentar positivamente esta importante etapa! 

3 Estrategias para enfrentar los berrinches

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Siguiendo con nuestras publicaciones anteriores, aquí les mostramos 3 técnicas para enfrentar las pataletas de los niños. Es importante recordar que los niños mientras más pequeños son tienen un pensamiento más concreto, es decir, responden de mejor manera a las cosas que pueden ver, oír y tocar. Por eso estas estrategias son acciones concretas y específicas. Las edades sugeridas son aproximadas, ya que dependerá de las características de cada niño a cuál de ellas responderá de mejor manera.
1- Distracción (de 0 a 3 años): Consiste en sacar el foco de atención de la pataleta y hablarle de otra cosa al niño. Se le puede hacer una pregunta, recordarle lo que se hará más tarde, incluso cantar una canción que le guste. Para esto se debe mantener la calma y continuar con la actividad que generó la pataleta (comer, guardar juguetes) pero sin hablar de ella.
2- La pregunta mágica (de 3 a 5 años): Esta es para niños que ya han desarrollado un poco más el lenguaje. Consiste en preguntarle al niño: “Pero bueno, ¿se trata de un problema pequeño, mediano o grande?”. Con esto se valida la emoción del niño (quien siente que tiene un problema), y se le ayuda a hacerla más concreta (al “medir” lo que siente). Al mismo tiempo se le distrae de la rabieta, haciéndolo pensar. Cuando el niño responde es posible iniciar un diálogo y buscar juntos una solución o salida.
3- El semáforo (de 5 años en adelante): Consiste en pedirle al niño que ponga en un semáforo (de papel) el color que representa su nivel de enojo, en donde por ejemplo rojo será “furioso”, amarillo “muy enojado” y verde “ya se me está pasando y puedo continuar”. Esta también es una forma de hacer más concreta la emoción y ayudarlo así a regularla. Cuando el niño ponga el color de lo que siente se le pueden dar las soluciones previamente pensadas. Por ejemplo, rojo será parar, respirar y calmarse, amarillo será pensar soluciones y verde conversar y decir lo que siento.
Como todo en la vida, aplicar estas técnicas necesita paciencia y perseverancia, pero sabemos que funcionan!! Así que a no desanimarse y a seguir educando con amor 

Qué hacer frente a las pataletas

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Tal como les contábamos en nuestra publicación anterior, las rabietas o pataletas en los niños pueden tener muchos motivos, pero tienen algo en común: son muy difíciles de enfrentar para los adultos. Aquí les damos algunos tips para que padres, educadores y cuidadores puedan aplicar en esos momentos:
1- Anticípate a la situación. Si sabes que hay algunas cosas que van a generar una pataleta (el momento de comer, de guardar los juguetes, de bañarse, etc.) antes de empezar, dile claramente al niño qué es lo que esperas que haga. Por ejemplo: “puedes sacar todos tus juguetes, pero luego debes guardarlos”.
2- Mantén la calma durante la pataleta. Si te enojas y te muestras impaciente, eso incrementará el berrinche.
3- No entres en diálogos extensos. Es muy difícil hacer razonar a los niños en esos momentos. Da un motivo o indicación breve y concisa. Por ejemplo: “no puedes comer galletas porque en un momento comerás tu cena”. No la repitas más de dos veces.
4- Se firme y consistente. Mantén la decisión hasta el final. Si cedes, y por ejemplo le das la galleta, el niño entenderá que los berrinches son una forma de conseguir lo que quieren y los hará siempre. Deja que llore y libere la emoción. Espera con paciencia.
5- Distráelo. No pongas el foco en la pataleta. Puedes preguntarle por otra cosa o recordarle un plan que tengan para después. La idea es hacer pensar al niño en otra cosa. Por ejemplo: “recuerda que cuando termines de bañarte veremos la película que te gusta, ¿cuál era?”
Esperamos que estos consejos los ayuden!

Por qué las rabietas, pataletas o berrinches

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¿Sabías que las pataletas o rabietas en los niños tienen distintos motivos? Esta conducta depende de factores como la edad, el desarrollo madurativo y el temperamento, entre otros. Aquí nos detendremos en uno de los motivos más frecuentes: la baja tolerancia a la frustración. Pero ¿qué es la frustración? Es la sensación que tenemos cuando no conseguimos lo que queremos. Frente a esto podemos sentir rabia, ansiedad, tristeza y más, y eso es normal. A veces estas emociones van acompañadas de reacciones físicas. Lo que está mal es no saber manejar estas emociones, dejando que se salgan de control y nos desborden, impidiéndonos enfrentar el problema. Eso es la baja tolerancia a la frustración. Manejar esto puede ser difícil para los niños pequeños porque tienen características evolutivas como:
– Egocentrismo, es decir, piensan que todo gira en torno a ellos y aún no han desarrollado la empatía.
– Falta de noción del tiempo, por lo que no saben o les cuesta esperar.
– Bajo manejo de las emociones, sobre todo las de desagrado como rabia o tristeza.
¿Cómo saber si un niño hace pataletas por este motivo? Un niño con baja tolerancia a la frustración es exigente y demandante, le cuesta mucho esperar, grita y/o llora con facilidad, se muestra impulsivo y/o ansioso, es poco flexible y le cuesta adaptarse cuando las cosas no son como él quiere, puede ser agresivo consigo mismo o con otros ya sea física y/o psicológicamente.
¿Qué hacer frente a las rabietas? De esto te hablaremos en nuestra próxima publicación! Por ahora te podemos decir que es fundamental enseñar a los niños desde pequeños a manejar y tolerar la frustración, porque se verán enfrentados a muchas dificultades y muchos “no” en la vida y de cómo reaccionen dependerá en gran medida su propia felicidad.

Tareas escolares en casa

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En nuestra publicación anterior hablamos del rol de los padres frente a las tareas escolares de los niños en tiempos de cuarentena. Muchas veces hemos escuchado que los padres “son los primeros educadores” y ¡es verdad! El punto es ¿qué deben educar? Pues, como decíamos anteriormente, más que esmerarse en enseñar los contenidos del colegio o el jardín, los padres deben educar hábitos que ayuden a los niños a enfrentar situaciones como el aprendizaje en casa. Aquí les damos algunos tips concretos que les pueden servir:
1- Establece un espacio dentro de la casa para que los niños hagan sus tareas. Este espacio debe ser un lugar tranquilo, sin distracciones como la televisión, en donde el niño se sienta cómodo. Antes de iniciar las tareas se deben llevar a ese espacio todos los materiales que se necesitarán (lápices, hojas, etc.) para evitar interrupciones.
2- Establece un horario para que los niños hagan sus tareas. Se sugiere en la mañana, después del desayuno, pues dadas las condiciones biológicas el aprendizaje es más factible. Evita el horario luego del almuerzo, pues la disposición disminuye. El tiempo que cada niño debe dedicar a las tareas varía según la edad, mientras más pequeños, menos tiempo, variando de 15 a 45 minutos por tarea, tomando un descanso de 10 minutos cuando sea necesario.
Este tiempo (igual que el espacio) deben ser el mismo todos los días para crear el hábito del estudio.
3- Acompaña en la medida de lo necesario. Al dar las instrucciones iniciales al niño asegúrate que ha comprendido lo que debe hacer, haciéndole distintas preguntas y pidiéndole que te lo explique con sus palabras. Luego puedes dejar que trabaje mientras tú haces otras cosas dentro de su campo visual. Así se sentirá seguro y acompañado sabiendo que puede recurrir a ti si lo necesita.
4- Finalmente, revisa que la tarea esté completa, no necesariamente buena (deja esa evaluación al profesor) y cuando el niño reciba los comentarios del profesor puedes ayudarle a corregir lo necesario, porque equivocarse y mejorar es la parte más importante del aprendizaje.
Esperamos que esto les ayude! A seguir trabajando, cada uno en su rol, para apoyar el aprendizaje de los más pequeñitos.

Ser padres v/s ser profesores

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Saludos querida comunidad! En esta nueva publicación hablaremos del dilema de “ser padres v/s ser profesores” a partir de las clases y los trabajos escolares en casa, producto de las cuarentenas.
Muchas veces los padres consideran necesario “actuar” como profesores en casa, tratando de asegurar el aprendizaje de sus hijos, haciendo que realicen efectivamente sus tareas y que cumplan con los objetivos propuestos por el colegio o jardín. Aquí es importante hacer notar las diferencias entre un rol y otro. Primero, los padres NO son profesores (a menos que hayan estudiado para eso), por lo que no deben auto-exigirse lograr a toda costa educar a los niños como se haría en un contexto tradicional. Muchas veces, querer lograr esto lleva a la frustración de los adultos, reflejada en frases como “Ni yo entiendo cómo se hace esta tarea” o “No puedo estar sentado aquí contigo todo el día” y también en actitudes como la pérdida de paciencia y el enojo. Todo esto lleva a un clima muy hostil en el hogar y dificulta las relaciones padre-hijo, lo que perjudica directamente el aprendizaje de los niños.
Segundo, a diferencia de los padres, los profesores están entrenados para hacer de todo un aprendizaje, es decir, poner una intención educativa en cada actividad propuesta a los niños. Por ejemplo, al guardar los juguetes y materiales, la educadora no sólo trabaja el orden y la disciplina sino también la clasificación de objetos, al guardar los lápices en un lugar distinto al de los bloques o de los autos. A través de las respuestas de los niños, los profesores pueden ver sus avances en los procesos de aprendizaje y así guiarlos y ponerles nuevos desafíos. Pero esto es una cualidad que se desarrolla con el estudio y la experiencia pedagógica.
Entonces ¿qué deben hacer los padres en este tiempo? ¿qué deben educar? Bueno, pues fundamentalmente hábitos, en distintos aspectos, como rutinas de estudios, horarios de sueño y alimentación, formas de relacionarse positivamente con otros. Con esto se construye la base cognitiva y psicoemocional sobre la cual los niños podrán adquirir todos los conocimientos que necesiten y quieran.
De esto hablaremos más en la próxima publicación!!